- autor: Ferrández Sempere, Diego
- Cirugía, Lumbar, Tratamiento no quirúrgico, Fundamentos, Degenerativa, Lesiones
- 18 ago. 2013
Sacroilitis es un término que hace referencia a la inflamación de la articulación sacroilíaca. Esta articulación carece de movimiento efectivo, ya que simplemente es una unión fibrosa entre los huesos ilíacos y el sacro, que cierra la pelvis por detrás.
Las sacroilitis más frecuentes son de tipo inflamatorio y suceden en el contexto de enfermedades de tipo reumático, pero éstas no son el objeto del artículo. Hay un tipo de sacroilitis que se debe a sobrecarga mecánica y aparece en algunos pacientes operados de espalda cuando se han inmovilizado varios segmentos lumbares. El mecanismo es simple: cuando anulamos la movilidad de varios discos lumbares (especialmente a partir de 3 discos) el brazo de palanca rígido que se crea, actúa sobre la siguiente articulación disponible, en este caso la sacroilíaca, pudiéndola someter a presiones anormalmente altas. En pacientes con curvas raquídeas bien equilibradas, esto no debería ser un problema, ya que el movimiento se traslada a la primera articulación móvil (la cadera), sin embargo, en espaldas aplanadas por la edad y la cirugía, la necesidad de compensación conduce a una sobrecarga de la sacroilíaca y sacroilitis mecánica.
El diagnóstico es difícil, ya que las sobrecargas, al contrario que los síndromes inflamatorios, no se reflejan en pruebas de imagen como resonancia magnética o TAC, salvo que se trate de casos muy crónicos. Además, en los casos mecánicos suele asociarse contractura de la musculatura lumbar baja e incluso inflamación de las inserciones musculares en todo el reborde ilíaco, las cuales dificultan la exploración por palpación. El profesional debe realizar maniobras específicas de exploración, que no siempre son aclaratorias. En ocasiones, la gammagrafía con Tecnecio 99 puede ser de ayuda, pero los falsos negativos son frecuentes. Probablemente la infiltración selectiva de la articulación es la prueba diagnóstica más útil, ya que desencadena el dolor para posteriormente bloquearlo, sirviendo de doble comprobación. Aun con todos estos elementos de juicio no siempre podrá establecerse un diagnóstico de certeza.
En cuanto al tratamiento, este síndrome puede suponer un verdadero quebradero de cabeza para los profesionales de la espalda, ya que no es posible revertir la causa originaria (la inmovilidad de los discos lumbares asociada a un equilibrio raquídeo subóptimo), por lo tanto, desde el punto de vista físico será útil mejorar la movilidad de cadera y potenciar la musculatura lumbar. Las infiltraciones antiinflamatorias suelen tener un efecto transitorio, aunque en ocasiones bastante duradero. También ayudará el tratamiento de las contracturas y entesopatías asociadas, mediante técnicas de fisioterapia o infiltraciones. Pero en cuanto a técnicas invasivas, la denervación por radiofrecuencia es probablemente la más útil y menos agresiva. Se utiliza una modalidad especial con montaje en empalizada, para destruir todas las terminaciones nerviosas que empergen de los agujeros sacros hacia la articulación sacroilíaca.
En algunos casos muy seleccionados será necesaria una cirugía para inmovilizar por completo la articulación, que en la actualidad puede realizarse de forma percutánea, introduciendo los tornillos fijadores a través del glúteo..
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