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En términos generales, la necesidad de una intervención quirúrgica despierta el miedo en los pacientes. La necesidad de una cirugía de columna despierta el «pánico», por la asociación histórica que hacemos de las lesiones de columna con la silla de ruedas. En esta ocasión contamos con el Dr. Diego Ferrández Sempere, Neurocirujano dedicado a la cirugía de columna, a quien agradecemos su colaboración con iespalda.es.

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Doctor, está usted dedicado exclusivamente a la cirugía de columna. ¿Cuál ha sido su trayectoria?

Empecé a ver pacientes de columna en 1996, cuando inicié la especialización en Neurocirugía en el Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza. Debo agradecer lo que creo que fueron unas sólidas bases formativas a todos mis colegas en aquellos años, en especial a los doctores Carcavilla (DEP), Eiras, Alberdi y Gómez-Perún. Posteriormente fui completando el entrenamiento en estancias y cursos nacionales e internacionales a la vez que me trasladé al Hospital General Universitario de Elche, donde gracias al incondicional apoyo de los doctores Segura y Mendoza pusimos en marcha novedosas técnicas en cirugía de columna. Siempre hemos podido presumir (espero que sin caer en la inmodestia) de estar a la vanguardia. Éste fue el motivo por el cual decidí finalmente dedicarme a la patología de columna en exclusiva, abandonando otras parcelas de la especialidad.

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¿Qué puede decirnos sobre la percepción que los pacientes tienen de la cirugía lumbar en la actualidad?

Probablemente por desconocimiento sobre la médula espinal los pacientes siguen preguntando si pueden quedarse en silla de ruedas con una operación lumbar. Aparte de que la cirugía de columna hoy en día está totalmente estandarizada y sistematizada, la médula, que cuando se daña puede dar lugar a parálisis de los miembros, termina a la altura de la primera vértebra lumbar. Por debajo de este nivel, habría que dañar todos los nervios lumbares para causar una paraplejia. No podemos negar la posibilidad teórica de que algo así ocurra, pero ésa no debe ser la preocupación de los pacientes. Las complicaciones más comunes (que no frecuentes) tienen que ver con infecciones, fugas de líquido cefalorraquídeo, aflojamiento de implantes o incluso el temido síndrome postlaminectomía. En el peor de los casos puede existir una pérdida de fuerza en un pie o alguna parte de la pierna si se lesiona alguna raíz nerviosa, pero esto nunca impide la ambulación.

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Hace unas décadas la cirugía lumbar era temida no sólo por las posibles secuelas, sino por la dura convalecencia en cuanto a tiempo de reposo, corsés, rehabilitaciones, etc. ¿Ha habido cambios en este sentido?

Ha habido grandes y favorables cambios, sin duda. Yo todavía he convivido con la idea de no dar de alta al paciente hasta que se le retirasen los puntos de sutura. Hablamos de una semana o diez días…, cosa que hoy es impensable salvo para grandes cirugías correctivas.

La tendencia quirúrgica a ser cada vez menos agresivos, a necesitar menores dimensiones en las incisiones y abordajes, a utilizar sistemas de apoyo, guiado y visualización, etc, hace que el daño a los tejidos sea el mínimo posible y la recuperación muy rápida. Algunas hernias discales pueden operarse en régimen semi-ambulatorio. Las fusiones vertebrales cortas y las sustituciones discales apenas requieren 2-4 días para el alta y, en cualquier caso, el paciente está levantado y caminando al día siguiente de la operación. El uso de corsés no es obligatorio, especialmente en casos de sustitución discal, técnicas dinámicas o fusiones de 360º. Se puede iniciar la fisioterapia muy precozmente si es necesario…

De todos modos, aun quedan cirugías complejas con altos riesgos y que siguen requiriendo grandes incisiones, largas estancias  y convalecencias duras y prolongadas en el tiempo… pero este tipo de cirugías ni siquiera se planteaban hace unas décadas. Quizá dentro de otras cuantas décadas, gracias a nuevas tecnologías y tipos de implante, estas operaciones se simplifiquen mucho, como hemos hecho nosotros con las clásicas de nuestros pioneros.

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Hablando de implantes, ¿es necesario utilizar implantes en todos los procedimientos?

En absoluto. Aunque no existe una estandarización de procedimientos por más que las sociedades científicas dedicadas a la columna lo han intentado y siguen intentando, aún son el sentido común, el arte y la experiencia de cada cirujano los que rigen el tipo de tratamiento. En mi opinión, los resultados en el tratamiento del dolor de espalda son mejores cuando se consigue encontrar una explicación biomecánica de la causa, ya que eso te permite corregir muy específicamente el fallo. A veces se trata de alinear algo o modificar un ángulo para que los balances de la espalda se equilibren. No es tan simple como soldar vértebras para que dejen de moverse ni tampoco recambiar un disco para que vuelva a moverse… Cada caso tiene sus particularidades y hay que estudiarlas, interpretarlas y corregirlas individualmente. A veces necesitaremos implantes para conseguir ese efecto y otras, no.

En general (aunque ni mucho menos es siempre es así) podemos decir que si el dolor de espalda no es una parte principal del síndrome, no harán falta implantes. Hay muchos implantes cuya utilidad está todavía por demostrar y su uso es ambiguo. Es importante informar bien a los pacientes de las expectativas reales si un procedimiento puede hacerse con o sin implantes, para que ellos participen y asuman las diferencias en costes y riesgos. En la sanidad pública, el cociente coste/beneficio debe tenerse muy presente, ya que con el desarrollo permanente de nuevos implantes no siempre mejores que los existentes, pero siempre más caros, puede hacer que el coste de la salud sea inasumible.

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¿Qué consejo le daría a alguien a quien un profesional le ha propuesto cirugía lumbar?

Si nos olvidamos de los casos hiperagudos con parálisis, incontinencia o grave amenaza para la salud, donde la cirugía puede llegar a ser una necesidad urgente, lo primero que diría es que nadie debe plantearse cirugía sin haber probado antes otros medios de tipo conservador y, en especial, el ejercicio físico bien dirigido por profesionales de la actividad física. Sin duda es con lo que yo personalmente estoy observando los mejores resultados no sólo en cuanto a mejoría de los síntomas, sino en la permanencia de esos resultados.

Si finalmente todo ha fracasado y se recibe la primera indicación de cirugía por parte de un profesional, yo recomiendo buscar una segunda o incluso una tercera opinión. Hay muchos pacientes que vienen asustados porque les han dicho que si no se operan pueden quedarse en silla de ruedas… En patología crónica, aunque existe la posibilidad de acabar en una silla de ruedas, ese final es altamente improbable y, en todo caso, no se presentaría de forma repentina. En términos generales, la decisión de operarse de patología crónica lumbar es una cuestión de calidad de vida, no de amenaza para la salud. Se puede vivir perfectamente con dolor lumbar y sin operarse, ahora bien, no tiene sentido sufrir si hay una solución quirúrgica con riesgo aceptable. El profesional debe guiar y ayudar al paciente a tomar la decisión, pero difícilmente podrá ponerse en su lugar para tomar la decisión por él, ya que el hecho de sentir dolor es totalmente decisivo y cada persona vive y siente el dolor de una forma distinta.

Hay que elegir al profesional por su experiencia, pero también por la claridad y la honestidad que nos transmita al informarnos de todas las posibilidades.

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Estamos seguros de que ha aclarado muchas dudas a nuestros lectores, incluso desmitificando el paradigma de la silla de ruedas que todavía está instalado en el inconsciente colectivo... A partir de ahora, los pacientes que deban tomar una decisión de aceptar una cirugía, podrán hacerlo con menos miedos que ayer. Muchas gracias por su colaboración y, por favor, no deje de escribir esos artículos con los que nos ilustra de vez en cuando.

Gracias a vosotros por la oportunidad de contar mi experiencia y echar una mano a esos pacientes desorientados…

¿Quieres que el Dr. Ferrández estudie tu caso y te de una segunda opinión?