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El dolor de espalda, especialmente en la edad anciana, se convierte en una traba donde la degeneración avanzada de los elementos vertebrales puede desencadenar en síntomas incapacitantes. En este artículo exploramos los desafíos para las personas mayores asociados a la estenosis de canal, hernias discales y otros factores que contribuyen al dolor lumbar en este segmento de la población.

A medida que nos hacemos mayores, la espalda y sus segmentos sufren una serie de desgastes conocidos como degeneraciones. Esto es un proceso normal que ocurre con el paso de los años. Cuando alcanzamos una edad avanzada, puede aparecer el síndrome del escaparate. La degeneración vertebral alcanza un punto crítico donde los elementos de la espalda aumentan su volumen y pueden empezar a ocupar el espacio por donde tienen que pasar los nervios. El dolor ya no solo afecta a la espalda, sino que se irradia por las piernas, obligando a las personas a detenerse por la debilidad que ocasiona en las extremidades inferiores. 

Otro tema a tratar en la edad adulta es la aparición de las hernias discales, siendo estas cada vez más frecuentes a medida que avanzamos en años. Una hernia discal es el resultado de la rotura del disco vertebral, cuya rotura puede comprimir nervios al salir del canal vertebral, ocasionando dolor en la pierna. La distinción entre el dolor de espalda y la ciática es crucial. La ciática se presenta cuando un nervio está comprimido por alguna estructura, ya sea estenosis o una hernia discal.

A diferencia de la opinión generalizada, una hernia discal en sí misma no produce dolor. La presencia de múltiples hernias discales en un paciente no tiene por qué ocasionar dolor lumbar. Estas se vuelven sintomáticas cuando comprimen alguna estructura sensible.

Uno de los retos es convencer a los pacientes que presentan estas dolencias de la importancia y la necesidad de realizar ejercicio para compensar esta debilidad en el disco. Es una parte fundamental del tratamiento del dolor, combinar la medicina con el ejercicio físico. 

Otra patología común en el adulto avanzado y que añade una capa de complejidad sería la osteoporosis. La fragilidad de los huesos producida por su descalcificación hace que tareas del día a día puedan resultar en microfracturas. El simple hecho de agacharnos a abrir un cajón puede ocasionar presión en la vértebra y provocar una fractura. Ante un dolor intenso en la espalda en pacientes alrededor de los 70 años, la sospecha inicial debería incluir la posibilidad de una fractura vertebral, incluso si no se presenta un historial de caídas evidente.

El abordaje del dolor de espalda en la tercera edad es un desafío complejo y multidimensional. Desde la estenosis de canal hasta las fracturas vertebrales relacionadas con la osteoporosis, cada caso requiere un tratamiento personalizado y especializado. La intervención temprana y la implementación de ejercicio en la rutina diaria son factores claves para mejorar la calidad de vida en los pacientes.